El propósito del mal

Tercera semana

Hace dos semanas comenzamos nuestra serie apologética sobre el problema del mal. En el primer sermón os expliqué que lo que ha sido llamado el problema del mal tiene que ver con la aparente contradicción que vemos/sentimos entre la existencia de un Dios completamente bueno y completamente poderoso, y la realidad del mal. En otras palabras, el problema del mal tiene que ver con esta pregunta (que superficialmente no parece tener una respuesta satisfactoria): “Si Dios existe, y él es como la Biblia nos revela que es, ¿por qué hay maldad en el mundo?” 

El filósofo escocés David Hume, lo formuló de esta manera: “¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad y no puede? Entonces no es omnipotente. ¿No está dispuesto a prevenir la maldad, aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿Está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así, ¿por qué hay maldad en el mundo?”

Tres presuposiciones detrás del Problema

A simple vista, el problema del mal, no parece tener una solución, y presenta un gran problema para el cristianismo bíblico. Pero si os dais cuenta, detrás del llamado problema del mal, hay tres presuposiciones, o tres creencias que se dan por sentado, que tienen que ser verdaderas para que el problema del mal sea un verdadero problema lógico, pero que no son verdaderas, o que no son lo que parecen ser. 

Primera presuposición: La maldad es una realidad seria.

Para que el problema del mal sea un verdadero problema, tenemos que presuponer que la maldad es una realidad realmente seria (verdaderamente mala). Pero lo que ya aprendimos en el primer sermón es que la maldad es una realidad realmente seria solo si Dios existe. Entonces, no podemos usar la seriedad del mal como un argumento en contra de la existencia de Dios, porque la seriedad del mal depende de la existencia de Dios.

Segunda presuposición: Si la maldad es una realidad, Dios tiene que ser responsable por la maldad. 

Para que el problema del mal sea un verdadero problema, tiene que presentar la imposibilidad o la improbabilidad, de que Dios exista tal como la Biblia lo revela y que la maldad sea una realidad al mismo tiempo.  

Como pareciera que no hay manera de que la maldad sea una realidad sin que Dios sea responsable por la maldad, y como es evidente de que si Dios es responsable por el mal, entonces él no es bueno, entonces aparentemente el problema del mal es un verdadero problema para el cristianismo. Pero, si hay una manera de explicar la realidad del mal en el mundo, sin que Dios sea culpable por la maldad, entonces el problema del mal pierde peso, y ya no puede considerase un problema lógico. 

Pues ya aprendimos en el segundo sermón que podemos demostrar bíblicamente y lógicamente que nosotros, las criaturas, somos responsables por la maldad en el mundo, y no Dios, el creador. Así que, la segunda presuposición que tiene que ser verdadera para que el problema del mal sea un problema, tampoco es lo que parece ser, ni es verdadera.

Pero hay una presuposición más detrás del problema del mal, que tiene que ser verdadera para que el problema del mal sea un verdadero problema y es esta:

Tercera presuposición: Dios no puede tener un propósito para la maldad.

Para muchos, la realidad del mal es tan seria y tan grande, que Dios, tal y como la Biblia lo revela, no puede tener un propósito para el mal y ser Dios al mismo tiempo. Es más probable que Dios no exista a que Dios exista y que tenga un propósito para el mal. Pues al igual que hemos demostrado los errores o malentendidos en las otras dos presuposiciones detrás del problema del mal, hoy quisiera mostrar el error de pensar que Dios no puede tener un propósito para el mal. Pero no quisiera solo demostrar el error de pensar que Dios no puede tener un propósito para el mal, quiero mostraros cómo es bueno que Dios tiene un propósito para el mal. 

Así que, hacia ese fin, hoy vamos a contestar dos preguntas sobre el propósito de Dios para la maldad. (1. ¿Tiene Dios un propósito para la maldad? Y (2. ¿Cuál es el propósito de Dios para la maldad? 

Mi oración para ti en esta mañana es que al final del sermón, no solo puedas entender por qué el problema del mal no es un verdadero problema lógico para el cristianismo, sino que ante todo, puedas conocer lo que la Biblia nos revela sobre el propósito del mal, con el fin de que confíes más en Dios y le alabes, en medio de la maldad que te rodea. 

Y si estás aquí o viendo este sermón por internet, y no eres creyente, mi oración es que puedas ver cómo el propósito de Dios para la maldad incluye también su propósito de salvarte y redimirte en Cristo. Muy bien, sin más.

1. ¿Tiene Dios un propósito para la maldad?

Si la maldad es una realidad en el mundo, es porque Dios tiene un propósito para la maldad en el mundo. Si Dios no tuviese un propósito para la maldad en el mundo, la maldad no sería una realidad en el mundo. 

Ahora, si esa idea, de que Dios tiene un propósito para la maldad, te resulta difícil de digerir, o te parece irreverente, necesitas saber que al decir lo que acabo de decir acerca del propósito de Dios y el mal, yo no estoy usando el nombre de Dios en vano. Yo no estoy atribuyéndole a Dios lo que no es verdad acerca de Dios.

«Si la maldad es una realidad en el mundo, es porque Dios tiene un propósito para la maldad en el mundo.»

Tres verdades que demuestran que SÍ

No, yo estoy diciendo que Dios tiene un propósito para la maldad en el mundo en base a tres verdades bíblicas acerca de Dios, y son estas: La soberanía de Dios, el decreto de Dios, y la providencia de Dios. Y espero que al examinar estas tres verdades conmigo, podáis entender por qué afirmamos que Dios tiene un propósito para la maldad en el mundo. 

• La soberanía de Dios 

Cuando hablamos de la soberanía de Dios estamos hablando de la autoridad absoluta de Dios sobre todas las cosas creadas, y sobre todo lo que sucede en el universo. Hablar de la soberanía de Dios, es otra forma de hablar del señorío de Dios o el reinado de Dios. 

¿Hay alguna cosa creada o algo que suceda en el universo, que no esté bajo el señorío o reinado de Dios? La respuesta que nos da la Biblia es clara: Dios tiene autoridad absoluta sobre todas las cosas creadas, y sobre todo lo que sucede. Y él es soberano sobre todo (lo creado y lo que sucede) por dos motivos:

Él es el único ser independiente.

Dios no depende de nada ni de nadie para ser lo que es. En cambio todo lo demás que existe o sucede es dependiente. Y si todo en el universo es dependiente, excepto Dios, entonces todo lo que no es Dios es dependiente ¿de quién? del único ser independiente—Dios. Esto lo vemos en varios versículos bíblicos.

“¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
Todo lo que hay debajo del cielo es mío.” (Job 41:11)

¿Quién provee algo a Dios que él no tenga, o que él necesite? La respuesta es obvia. Nadie, porque Dios es independiente. Él tiene aseidad, lo cual significa que él existe de sí mismo. También vemos esta verdad en el sermón que predicó Pablo en Atenas a los atenienses idólatras.

“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, (24) ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” (25) (Hechos 17:24-25)

Pero él no solo es soberano sobre todo porque es independiente, sino también porque…

Él es el creador de todas las cosas. 

Dios tiene autoridad absoluta sobre todas las cosas porque él es el creador de todas las cosas. Vemos esto en los siguientes versículos. Observad la conexión en estos versículos entre la autoridad de Dios sobre todo, y su creación de todo.

“De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan. [Autoridad] (1)
Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.” [Creación] (2) (Salmo 24:1-2)

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (16) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” (17) (Colosenses 1:16-17)

El teólogo R.C. Sproul resumió muy bien la soberanía de Dios cuando dijo, “No hay ni una sola molécula en este universo que esté suelta, totalmente libre de la soberanía de DIOS.”

Entonces, Dios es soberano sobre todo lo creado y sobre todo lo que sucede, ¿pero eso incluye el mal? Pues ya vimos el domingo pasado que el mal no es algo creado, pero sí es algo que sucede. Y si sucede, está dentro del control soberano de Dios. 

Dios no es la causa eficiente del mal, ni es responsable por el mal, pero el mal está bajo su control soberano. No puede ser de otra manera. 

Así que, la Biblia nos enseña que Dios es soberano sobre todo, y eso significa que él tiene autoridad absoluta sobre todo (lo creado y lo que sucede). Pues eso por sí solo no demuestra que Dios tiene un propósito para el mal, pero sí es el primer paso hacia esa conclusión. 

La segunda verdad acerca de Dios que quiero mostraros está relacionada con la primera, y nos da más claridad sobre el propósito de Dios sobre el mal, y es esta: el decreto de Dios.

• El decreto de Dios

Si la soberanía de Dios es su autoridad absoluta sobre todo (lo creado y lo que sucede), el decreto de Dios es su plan soberano para todo (lo creado y lo que sucede). Dios tiene un decreto, un designio, un plan para todo, y nada sucede fuera de ese plan. La Confesión Bautista de Londres de 1689, resume muy bien lo que la Biblia enseña sobre el decreto de Dios, en el capítulo 3, párrafo 1:

“Dios, desde toda la eternidad, por el sapientísimo y santísimo consejo de su propia voluntad, ha decretado en sí mismo, libre e inalterablemente, todas las cosas, todo lo que sucede; sin embargo, de tal manera que por ello Dios ni es autor del pecado ni tiene comunión con nadie en el mismo; ni se hace violencia a la voluntad de la criatura, ni se quita la libertad o contingencia de las causas secundarias, sino que más bien las establece; en lo cual se manifiesta su sabiduría en disponer todas las cosas, y su poder y fidelidad en llevar a cabo sus decretos.” 

¿Dónde vemos esto en las Escrituras?

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, (9) que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero.” (10) que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré. (Isaías 46:9-11)

“Nuestro Dios está en los cielos.
Todo lo que quiso ha hecho.” (Salmo 115:3)

Ahora, el decreto de Dios, no significa que Dios sabe lo que va a suceder porque él es omnisciente, y por lo tanto puede prever lo que agentes autónomos (independientes de Dios) van a hacer, y él crea un plan en base a lo que prevé. No, el decreto de Dios significa que Dios sabe lo que va a suceder porque él ha decretado, planeado, todo lo que sucede. 

Con eso en mente, podemos entender el significado de la historia de la humanidad. ¿Qué es la historia? La historia es simplemente el desenlace en el tiempo del plan de Dios para todas las cosas.

«La historia es simplemente el desenlace en el tiempo del plan de Dios para todas las cosas.»

Entonces, Dios tiene un plan para todo lo creado y todo lo que sucede, y eso incluye el mal. Dios no es el autor del mal, ni es responsable por el mal, pero el mal entra en su plan, que es otra forma de decir, Dios tiene un propósito para el mal. 

Pero aunque hemos visto lo que la Biblia enseña sobre la soberanía de Dios, y el decreto de Dios, hay una verdad más que quiero mostraros acerca de Dios que creo que sella el asunto del propósito de Dios para el mal, y es la verdad de la providencia de Dios.

La providencia de Dios 

Si la soberanía de Dios es su autoridad absoluta sobre todo, y el decreto de Dios es su plan para todo, ¿qué es, entonces, la providencia de Dios? La providencia de Dios es su gobierno activo sobre todo. Podríamos distinguir entre estas tres verdades de la siguiente manera en relación al plan de Dios: La soberanía de Dios es su derecho de tener un plan para todo, su decreto es su plan para todo, y su providencia es cómo lleva a cabo su plan para todo.

Una vez más, La Confesión Bautista de Londres de 1689, nos da una muy buena explicación—en este caso de la providencia de Dios—en el capítulo 5, párrafo 1:

“Dios, el buen Creador de todo, en su infinito poder y sabiduría, sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas y cosas, desde la mayor hasta la más pequeña, por su sapientísima y santísima providencia, con el fin para el cual fueron creadas, según su presciencia infalible, y el libre e inmutable consejo de su propia voluntad; para alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, infinita bondad y misericordia.”

¿Dónde vemos esto en las Escrituras?

Es difícil escoger uno o dos versículos para mostrar esta verdad acerca de Dios, porque en realidad toda la Biblia es una demostración de esta verdad. Para usar el lenguaje de la Confesión, “Dios…sostiene, dirige, dispone, y gobierna a todas las criaturas y cosas…” para llevar a cabo su plan. ¡Eso es un resumen de toda la Biblia!

El pastor y teólogo John Piper, recientemente escribió un libro que lleva por título ‘Providencia’. En este libro John Piper examina toda la Biblia y nos muestra qué partes nos enseñan acerca de la providencia de Dios o nos muestran la providencia de Dios. ¡Es un libro de 700 páginas! La providencia de Dios es toda la Biblia. Pero si tuviera que escoger dos pasajes bíblicos para mostrar esta verdad, serían estos:

“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? (29) Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” (30) (Mateo 10:29-31)

Lo que parecería ser algo muy insignificante que sucede en el universo, el que un pajarito caiga a la tierra, es gobernado por Dios. Pero mira lo que dice Efesios 1:

“En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad.” (Efesios 1:11)

Pero ¿cómo lleva a cabo Dios su plan sin violar su carácter santo y sin restarle responsabilidad al hombre? Y la razón que hago esta pregunta es porque muchas personas que descubren por primera vez estas verdades acerca de Dios que os acabo de presentar (la soberanía de Dios, el decreto de Dios, la providencia de Dios), piensan que la conclusión lógica de estas verdades es que Dios causa todo lo que sucede directamente y que nosotros somos simples marionetas en sus manos. Pero esto no es así. 

Dios es tan poderoso y tan sabio, que él usa las decisiones reales de los hombres, incluyendo las decisiones malvadas de los hombres, para llevar a cabo sus propósitos, sin hacer violencia a la voluntad de los hombres, y sin depender de los hombres. ¿Quién sino Dios puede hacer eso?

D.A. Carson, el teólogo y profesor del Nuevo Testamento, explica muy bien la compatibilidad que existe entre la soberanía de Dios (esto incluye su providencia) y la responsabilidad del hombre.

“Dios es absolutamente soberano, pero su soberanía nunca disminuye la responsabilidad del hombre. El hombre es responsable—en otras palabras, el escoge, él cree, desobedece, él responde, y hay un significado moral en sus decisiones; pero la responsabilidad del hombre nunca disminuye la soberanía de Dios, ni hace de Dios dependiente.”

Para un estudio más profundo acerca de cómo Dios usa medios dispuestos (causas secundarias) para llevar a cabo sus propósitos, os animo a ver dos sermones que prediqué del libro de Hechos (‘La mano del Señor’ y ‘La mano de los hombres’) donde entro más en detalle sobre esto. 

«Dios es tan poderoso y tan sabio, que él usa las decisiones reales de los hombres, incluyendo las decisiones malvadas de los hombres, para llevar a cabo sus propósitos, sin hacer violencia a la voluntad de los hombres, y sin depender de los hombres.»

Entonces, a la luz de todo lo que hemos aprendido acerca de Dios, ¿tiene Dios un propósito para la maldad? Creo que la respuesta es bastante clara y evidente. ¡Dios tiene un propósito para la maldad! Pero si esto es verdad, entonces, ¿cuál es el propósito de Dios para la maldad?

2. ¿Cuál es el propósito de Dios para la maldad? 

Si la maldad es una realidad en el mundo, es porque Dios tiene un propósito para la maldad en el mundo. Pero si Dios tiene un propósito para el mal, ese propósito tiene que ser bueno, un propósito que es acorde con el carácter santo y bondadoso de Dios. 

• Un propósito bueno

Según la naturaleza de Dios, él no puede causar el mal directamente o inmediatamente, pero él sí puede permitir el mal, y todo lo que Dios permite siempre es en servicio del bien. Esto es lo que llamamos la voluntad permisiva de Dios. 

Hablamos de la voluntad permisiva de Dios, porque Dios no ordena el mal de la misma manera que ordena el bien. Él causa el bien; él permite el mal. Pero cuando decimos que Dios permite el mal, no estamos diciendo que el mal sucede aparte de su voluntad, o que el mal le pilla de sorpresa. No, el mal entra en su plan. Otra manera de decir esto es que Dios tiene una buena razón para permitir la maldad en este mundo.

Con eso en mente, volvamos a las tres verdades que la Biblia enseña sobre Dios y el mal que cuando las consideramos en conjunto y tratamos de reconciliarlas constituyen lo que llamamos el problema del mal: (1. Dios es completamente bueno. (2. Dios es completamente poderoso. (3. La maldad es una realidad. 

¿Es posible resolver la aparente contradicción entre la existencia de un Dios completamente bueno y completamente poderoso, y la realidad del mal? Según lo que acabamos de aprender sobre la voluntad permisiva de Dios, podemos resolver la aparente contradicción añadiendo una cuarta verdad, la cual es esta: Dios tiene una buena razón para permitir la maldad en este mundo.

Entonces la tercera presuposición que tiene que ser verdadera para que el problema del mal sea un verdadero problema, tampoco es verdadera. ¿Os acordáis de la tercera presuposición detrás del problema del mal? ¿Cuál es? Dios no puede tener un propósito para la maldad. Pues hemos visto en este sermón que Dios no solo tiene un propósito para la maldad, pero que ese propósito es un propósito bueno, que es conforme al carácter santo y bondadoso de Dios. 

«Dios tiene una buena razón para permitir la maldad en este mundo.»

Pero solo porque Dios tiene un propósito bueno para la maldad, eso no significa que podemos entender ese propósito de forma completamente satisfactoria a nuestras mentes. 

Y este es el problema con aquellos que usan el problema del mal para negar la existencia de Dios. Ellos dan por sentado que si Dios tiene un propósito para el mal, ese propósito tiene que ser evidente y claro para nosotros, en todas las instancias de maldad, pero esto no es así. Es posible (y yo diría más que probable), a la luz de lo que sabemos acerca de Dios, que Dios tenga buenas razones para permitir la maldad que nosotros no podemos conocer. El pastor Timothy Keller lo expresó de esta manera:

“Si tienes un Dios lo suficientemente grande y trascendente para que estés enojado con él porque no ha acabado con la maldad y el sufrimiento en el mundo, entonces tienes (al mismo tiempo) un Dios lo suficientemente grande y trascendente para tener buenas razones para permitir que la maldad continúe que no puedes conocer.”

Pero ¿por qué es esto así? 

Porque nuestra perspectiva es limitada. 

Esto es como cuando vemos una película por primera vez, y en algún momento crucial de la película desesperamos porque no vemos cómo la película podría tener un final feliz. Pero de repente algo inesperado sucede que cambia todo el desenlace de la película. No lo veíamos venir. Desde nuestra perspectiva, no había posible salvación, pero desde la perspectiva del guionista, todo tenía sentido, todo tenía propósito, hacia el fin del guionista para la película. Pues el escritor de la historia de la humanidad es Dios. Desde su perspectiva todo lo que sucede tiene un propósito bueno, incluyendo la maldad, aunque nosotros no lo podamos ver o entender en este punto de la historia. 

Esto me hace pensar en la historia de Job en la Biblia. Desde su perspectiva él no podía ver o entender por qué Dios estaba permitiendo tanto dolor y sufrimiento en su vida. Ni siquiera había algún pecado en él que podría ser la causa de toda la maldad que le había sobrevenido. Ahora, eso no significa que él no era pecador, pero claramente lo que vemos en Job es que él no estaba sufriendo por algún pecado que había cometido. 

Dios tenía un propósito para la maldad en su vida, pero ese propósito no era evidente para Job. En los capítulos finales de Job, Dios instruye a Job a través de una serie de 70 preguntas que son incontestables para él. El punto de estas preguntas es claro: Job no puede comprender lo que Dios está haciendo. Tiene que confiar en Dios. 

Pero no solo no podemos conocer el propósito de Dios para el mal porque nuestra perspectiva es limitada, sino también…

Porque nuestro conocimiento es limitado. 

Si supiéramos lo que Dios sabe, entenderíamos perfectamente el propósito de Dios para toda la maldad en el universo, pero el problema es que nosotros no podemos conocer lo que Dios conoce, así como Dios lo conoce:

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. (8) Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (9) (Isaías 55:8-9)

Pero solo porque Dios tiene razones para permitir la maldad que nosotros no podemos conocer por causa de nuestra perspectiva limitada y conocimiento limitado, eso no significa que Dios nos ha dejado completamente sin entendimiento. Dios tiene un propósito bueno para la maldad en el mundo, y la Biblia nos revela dos propósitos buenos que nosotros podemos conocer.

Quisiera compartir con vosotros estos propósitos buenos en esta mañana, y mi oración es que estos propósitos buenos os sirvan de consuelo en medio de vuestro dolor y sufrimiento, y que produzcan en vosotros una mayor confianza en Dios.

– Para su gloria

Todo lo que Dios causa o permite es para su gloria. Otra forma de decirlo es que todo lo que Dios causa o permite es para manifestar la infinita grandeza de quién es él. Y eso incluye la maldad. ¿Dónde vemos esto?

“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!  (33) Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? (34) ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?  (35) Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (36) (Romanos 13:33-36)

Solo piensa en cuáles son las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios. Vemos su sabiduría en cómo lleva a cabo sus propósitos. La ciencia de Dios es el conocimiento de Dios. ¿Podemos nosotros llegar a alcanzar la profundidad del conocimiento de Dios? Por eso dice, “¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” 

Pero en especial al final de este pasaje vemos por qué Dios hace y permite todas las cosas, incluyendo el mal. Dice, “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”

Él es el único que merece toda la gloria, y todo lo que Dios ha creado y todo lo que sucede fue creado y sucede para su gloria. ¿Pero cómo puede la maldad ser para la gloria de Dios? Porque la maldad es una manera en la que Dios muestra su poder, su sabiduría, su justicia, y su santidad, y por eso permite la maldad. Vemos dos ejemplos de esto en el evangelio de Juan:

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. (1) Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? (2) Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (3) (Juan 9:1-3)

Este pasaje describe un mal, la ceguera, que llamamos un mal natural, que viene por consecuencia de la caída del hombre. Y es interesante el pensamiento de las personas en ese tiempo. El consenso en ese tiempo, y en el Antiguo Testamento, era que si algo malo te sucedía era porque habías pecado tú o tus padres. No podía haber otra razón o explicación para la maldad que te había sobrevenido. Por eso los amigos de Job lógicamente cuando vieron que estaba sufriendo Job, llegaron a la conclusión de que ¡tenía que haber hecho algo malo! 

Pero ¿cuál es la respuesta de Jesús? “No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” 

Ahora, esto es clave para nuestro tema de hoy, porque la Biblia nos da ciertos momentos donde Dios abre el telón y nos permite ver algo de cuál es su plan soberano, y cómo es que obra. 

Aquí tenemos un ejemplo de una maldad natural, un hombre ciego de nacimiento, y la respuesta de Jesús a esa maldad en la vida del hombre es esta: “Esto ha sucedido en este hombre, para que las obras de Dios se manifiesten en él.” 

En otras palabras, “Esto ha sucedido en este hombre, para llegar a este momento donde yo voy a mostrar mi poder y gloria en él, dándole vista física, y no solo eso, sino que también dándole vista espiritual.” Y todo esto que aparentemente no tenía un propósito bueno, Dios tenía el propósito bueno, de que esto fuese para su gloria. 

Tenemos otro ejemplo de esto en Juan 11. Después de que informan a Jesús de que Lázaro está enfermo, y que si Jesús no hace algo al respecto, Lázaro va a morir, Jesús dice lo siguiente:

“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” (Juan 11:4)

Jesús está diciendo aquí que la enfermedad de Lázaro, que llevará a su muerte, no será para muerte en última instancia, sino para que el Hijo de Dios sea glorificado resucitándole de los muertos. Él recibirá más gloria a través de la muerte de Lázaro, que previniendo su muerte, y por eso va permitir que suceda.

Puede que no sea claro para nosotros cómo la maldad en cada situación puede servir para la gloria de Dios, pero si amamos a Dios, podemos regocijarnos sabiendo que ni siquiera la maldad puede opacar la gloria de Dios, sino más bien la magnifica.

«Ni siquiera la maldad puede opacar la gloria de Dios, sino más bien la magnifica.»

Pero el propósito bueno de Dios para la maldad no es solo que Dios permite la maldad para su gloria, sino también que la permite para nuestro bien.

– Para nuestro bien

Esto es difícil para nosotros imaginar, pero de alguna manera Dios usa la maldad para obrar nuestro bien, un bien que no habría sucedido, sin esa maldad. 

Creo que esto es algo que todos sabemos de alguna manera, aunque no siempre lo reconocemos. Todos sabemos que hay bienes que solo vienen por medio de males. ¿Cuáles son las lecciones más valiosas que hemos aprendido en nuestras vidas? ¿Cómo aprendimos esas lecciones? Por medio de la adversidad. ¿Cómo es mejor formado nuestro caracter, en el dolor o en la paz? 

Si sabemos que eso es verdad examinando las experiencias de nuestras vidas, ¿cuánto más podemos decir que eso es verdad cuando consideramos que nuestras vidas están siendo guiadas por nuestro buen Dios? Hay un versículo que todo creyente debería saber de memoria:

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

Ahora, fijaos que este versículo no dice que todas las cosas ayudan a bien a todos sin excepción. Todo lo que Dios hace o permite redunda para su gloria, eso es para todos. Pero solo para los que le aman (los que son suyos), todo lo que Dios hace para su gloria resulta para el bien de ellos. 

Hay una historia bíblica que explica este punto de forma gloriosa, y esa es la historia de José. Esta historia bíblica ilustra claramente cómo Dios puede a través de la maldad, obrar nuestro máximo bien. 

No hay duda alguna que la historia de José es una historia de maldad. En ella vemos la clara intención malvada de los hermanos de matar a José, y cuando cambian de opinión, le venden a la esclavitud. Cualquiera leyendo la historia diría, “esas decisiones y acciones son malvadas”, y sin duda son malvadas. 

Pero más adelante cuando Dios preserva la vida de José—José llega a ser el segundo en poder en Egipto, y por medio de la revelación y sabiduría que Dios le da, él hace posible que Egipto sobreviva a la hambruna—llegan sus hermanos a Egipto para comprar grano, y él se revela a ellos. Y cuando lo hace, él dice estas palabras:

“Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.” (Génesis 45:7)

¿Cómo podía José decirle a sus hermanos que Dios le había enviado a Egipto cuando todo parecía indicar que habían sido ellos? Porque él tenía un buen entendimiento de la soberanía de Dios, algo que a menudo nos falta a nosotros. 

En base a su conocimiento de Dios, después de todo lo que le sucedió, él pudo entender que Dios había usado las decisiones libres y malvadas de su hermanos, para enviarle a Egipto, para que por medio de esas decisiones, él pudiese mantener con vida a su familia. 

Es más claro aún en Génesis 50 después de que Jacob ha muerto y los hermanos piensan que ahora José se va a vengar de ellos. En esa situación, él dice estas palabras para calmar sus corazones:

“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.” (Génesis 50:20)

Entonces, hay una formula que necesitamos conocer que nos ayuda a procesar el dolor y el sufrimiento que experimentamos en esta vida, y es esta: Dios hace o permite todas las cosas para su gloria, y todo lo que Dios hace o permite resulta para el máximo bien de los que le aman. 

«Dios hace o permite todas las cosas para su gloria, y todo lo que Dios hace o permite resulta para el máximo bien de los que le aman.» 

Y amigos, no hay mayor bien para nosotros que la salvación que tenemos en Cristo. Entonces, ¿Cuál es el propósito de Dios para la maldad? (1. Es un propósito bueno, pero ante todo, (2. Es un propósito centrado en Cristo.

• Un propósito centrado en Cristo

Dios tiene un plan que está llevando a cabo, que incluye la maldad, y ese plan está centrado en Cristo. Dios gobierna el universo hacia el fin de que Cristo sea revelado como el todo suficiente Salvador del mundo, y esto para alabanza de la gloria de su gracia. Vemos esto en Efesios 1:

“en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (5) para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, (6) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, (7) que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, (8) dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, (9) de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. (10) (Efesios 1:5-10)

El pasaje habla del “misterio de su voluntad”. En especial en el Antiguo Testamento, cuando leemos todo lo que Dios está haciendo, podemos preguntarnos, ¿por qué Dios está haciendo o permitiendo todas estas cosas que leemos? Pues es un misterio mucho de lo que vemos ahí. 

Incluso podríamos leer la historia de José y pensar que el plan de Dios en permitir que sus hermanos le vendieran a la esclavitud era solo para preservar con vida a su familia inmediata. 

Pero ese no era el propósito final de Dios en permitir la maldad en la vida de José. El propósito final de ello era para preservar la semilla de la promesa que nacería a través del linaje de Abraham, para que se manifestase el Salvador de todo el mundo, que es Cristo. Ese es el propósito de su voluntad—¡Cristo! 

Dice, “el cual se había propuesto en sí mismo”. Ahora, ¿creéis que si Dios se propone en sí mismo hacer algo, que no lo va a llevar a cabo? 

Así que, toda la historia apunta a Cristo. Todo lo que sucedió antes de Cristo estaba apuntando a su primera venida, y todo lo que sucedió y sucede a partir de su primera venida, apunta a su segunda venida. Todo lo que Dios ha hecho y permitido, es para alabanza de la gracia gloriosa que recibimos y vemos en Cristo.

Después de que Cristo murió, resucitó, y ascendió, y la iglesia comenzó a proclamar a Cristo como el Mesías, en el primer sermón de Pedro, vemos estas palabras acerca del plan de Dios centrado en Cristo:

“Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; (22) a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; (23) al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.” (24) (Hechos 2:22-24)

Dios no previó meramente la muerte y resurrección de Cristo, Él llevó a cabo su plan, según su determinado consejo. ¿Quién crucificó a Cristo? Manos de inicuos. Personas responsables que tomaron decisiones malvadas. ¿Qué lograron? Llevar a cabo el propósito de Dios de que Cristo, viviese, muriese, y resucitase para nuestra salvación. 

«Todo lo que Dios ha hecho y permitido, es para alabanza de la gracia gloriosa que recibimos y vemos en Cristo.»

Entonces, ¿cuál es el propósito de Dios para la maldad? Es un propósito centrado en Cristo para alabanza de su gracia gloriosa. Para que por medio de la maldad, que es verdaderamente mala, pudiésemos conocer la gracia de Dios para salvarnos de nuestra maldad. Y amigo, puedes experimentar esa gracia en esta mañana si vienes a Cristo en arrepentimiento y fe. 

Conclusión

Si este tema todavía es difícil para vosotros, lo entiendo. En especial si no eres creyente, si Dios no es el valor supremo de tu vida, la idea de que Dios permite la maldad para su gloria, seguramente no es una verdad que te satisfaga intelectualmente. Lo entiendo. La gloria de Dios no es gloriosa para ti. 

Pero lo que sí quiero que entiendas es que si el tema del propósito del mal es difícil cuando lo consideramos a la luz de la existencia de Dios, ¿qué sucede si Dios no existe? Pues la maldad, en ese caso, no tiene propósito alguno. Lo cual significa que cualquier cosa que te sucede, por horrible que sea, sucede completamente por accidente, y no hay redención posible para nadie. No hay luz al final del túnel. No hay bien que salga del mal. Solo hay “fría indiferencia sin piedad.” Pero amigos, Dios existe, y él tiene un propósito para la maldad, un propósito bueno centrado en Cristo, para su gloria y para nuestro máximo bien.

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