Nunca voy a olvidarme del profesor de historia universal que tuve en la universidad en los Estados Unidos. Daba sus clases de tal manera que te cautivaba desde el principio hasta el final. Lo que más me gustaba de este profesor eran sus historias personales llenas de aventuras. De joven había estado en las fuerzas aéreas de los Estados Unidos y había conocido muchos lugares interesantes viajando de mochilero. Una de las aventuras que había vivido fue la de pasar su luna de miel haciendo camping en un parque nacional en Kenia, Africa. Nos contó cómo se escuchaba a leones rugir en la noche, y cómo esto no les dejaba dormir a su esposa y él, por el terror y respeto que esos rugidos despertaban en ellos.
Ahora, ¿por qué ruge un león? Según lo que he podido leer, un león ruge para mostrar su poder y para advertir a posibles intrusos de su presencia. También ruge para mostrar su agresividad. El rugido del león es tan potente que se puede escuchar hasta ocho kilómetros de distancia. Seguramente no hay sonido más intimidante que el rugido de un león.
Pues el libro que vamos a empezar a estudiar hoy, el libro de Amós, comienza hablándonos de un rugido. Y este rugido no es cualquier rugido. Es el rugido de Jehová. Y su rugido terrorífico debería despertarnos en esta mañana y cautivar nuestra atención. ¿Dónde vemos este rugido?
“Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. (1) Dijo: Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.” (2) (vv. 1-2)
En el versículo uno se nos dice quién era el profeta Amós (“…uno de los pastores de Tecoa…” – v. 1b), hacia quién estaba dirigida su profecía, (“…que profetizó acerca de Israel…” – v. 1c), y durante qué periodo profetizó, (“…en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto” – v. 1d). El versículo dos nos resume el contenido de la profecía de Amós: “Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.” (v. 2)
En otras palabras, el rugido de Jehová desde Sión/Jerusalén, tendrá un terrible y devastador efecto sobre Israel. (“…los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo.”)
Bien, rápidamente ante de continuar, necesito explicar algo de la historia del reino de Israel.
En el tiempo que Amós profetizó, el reino de Israel estaba dividido. La mayoría de las personas cuando piensan en el reino de Israel piensan en el reino unificado de Israel durante el reinado de David y de su hijo Salomón, pero después de la muerte de Salomón, el reino se dividió. 10 tribus conformaron el reino del norte, llamado Israel, cuya capital era Samaria, y 2 tribus conformaron el reino del sur, llamado Judá, cuya capital era Jerusalén. Los descendientes de David reinaban en Judá y el templo estaba en Judá. Ambos reinos se rebelaron en contra de Dios, pero el reino de Israel cayó en decadencia más rápidamente. Israel fue llevado en cautiverio por Asiria en el año 722 a.C. y el reino de Judá fue llevado en cautiverio por Babilonia en el año 587 a.C.
La razón que os doy esta breve explicación es porque sin esta explicación no vamos a entender el lenguaje del versículo 2. Jehová ruge desde Sión. ¿Y dónde está Sión? En el reino de Judá. ¿Y dónde se sienten los efectos de ese rugido? En el monte Carmelo. ¿Y dónde está Carmelo? En el reino de Israel. Dios no está con la nación de Israel. Él está en contra de la nación de Israel, y pronto Israel sentirá los efectos de su rugido.
Ahora, la pregunta es esta: ¿por qué debería importarnos a nosotros el rugido de Jehová? Nosotros vivimos miles de años después de los sucesos descritos en Amós, y no somos la audiencia original de este libro. ¿Qué relevancia tiene Amós para nosotros? Nosotros estamos cómodos en nuestras casitas en Colmenar, por decirlo de una manera. No estamos en una tienda de campaña en Kenia como mi profesor de historia durante su luna de miel.
Una vez más, ¿Por qué debería importarnos el rugido de Jehová? Quisiera daros tres razones en esta mañana: 1. Porque su alcance es universal. 2. Porque su causa es seria. 3. Porque su fin es aterrador.
1. Porque su alcance es universal.
Algo sorprendente sucede en el primer capítulo de Amós. Cuando todo parece indicar que Amós va a proclamar juicio contra Israel, no empieza su profecía dirigiéndose a Israel sino a las naciones vecinas a Israel. Se dirige a Damasco, Gaza, Tiro, Edom, Amón, y Moab, y emite juicio contra ellas.
Los juicios siguen un patrón muy claro. Primero Amós declara su juicio contra la nación, luego da la razón del juicio, y por último da una descripción de cómo será el juicio. Leamos el primero para ver el patrón:
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro. (3) Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad. (4) Y quebraré los cerrojos de Damasco, y destruiré a los moradores del valle de Avén, y los gobernadores de Bet-edén; y el pueblo de Siria será transportado a Kir, dice Jehová.” (5) (vv. 3-5)
Lo que estos juicios a las naciones nos enseñan es que el rugido de Jehová no está dirigido exclusivamente a Israel, sino que su alcance es universal. ¿Y por qué tiene su rugido un alcance universal? Porque Jehová no es solo Señor sobre Israel y Judá, sino que también es Señor sobre todas las naciones. ¿Por qué? Porque él es el creador de todas las cosas que existen, incluyendo a las naciones, y como tal él tiene el derecho de juzgar a todas las naciones.
“De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan. (1)
Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.” (2) (Salmo 24:1-2)
Entonces, el rugido de Jehová debería importarnos porque el alcance de su rugido es universal. Él tiene el derecho de juzgar a todos los hombres, y eso significa que su rugido no es solo universal, sino también atemporal—trasciende el tiempo de la audiencia original de Amós. El mismo Señor que ruge contra las naciones en Amós 1 y 2, es el mismo Señor que ruge contra las naciones hoy.
Quizá estás aquí, o viendo este sermón por internet, y no eres creyente, y piensas, “yo no creo en Dios, por lo tanto, él no puede juzgarme.” ¿Te das cuenta que si piensas así, estás en la misma situación de las naciones contras las cuales profetizó Amós? Ninguna de esas naciones creían en el Dios de Israel, pero eso no cambió en absoluto el hecho de que el rugido de Jehová les alcanzó a ellos también. O quizá tú dios es un dios diferente. Las naciones eran muy religiosas; tenían sus dioses. Eso no cambió el hecho de que estaban bajo la autoridad del único Dios verdadero.
Si Dios existe, él tiene el derecho de juzgarte, creas o no en él, y estoy aquí para decirte que el Dios revelado en la naturaleza y más claramente en las Escrituras, existe, y él reina sobre todos y juzgará a todos los hombres, conforme a su ley. [¿Por qué debería importarnos el rugido de Jehová? 1. Porque su alcance es universal.]
2. Porque su causa es seria.
Un león siempre tiene una razón por la cual ruge, y con Jehová, el león de nuestro pasaje, es igual. Y la causa de su rugido es una causa seria que debería hacernos reflexionar sobre nuestra propias vidas para saber si nosotros estamos haciendo lo mismo que las naciones vecinas a Israel para producir el rugido de Jehová. Entonces, ¿qué fue lo que causó el rugido de Jehová contra las naciones? Veamos rápidamente:
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro.” (v. 3)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Gaza, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque llevó cautivo a todo un pueblo para entregarlo a Edom.” (v. 6)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos.” (v. 9)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor.” (v. 11)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de los hijos de Amón, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque para ensanchar sus tierras abrieron a las mujeres de Galaad que estaban encintas.” (v. 13)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Moab, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos.” (Amós 2:1)
Si os dais cuenta, todos estos pecados que fueron la causa/razón del rugido de Jehová contra las naciones, tienen algo en común—todos son, lo que voy a llamar, ‘pecados sociales’. ¿Y qué son pecados sociales? Pecados sociales son pecados que son en contra de otros portadores de la imagen de Dios. Entonces, de aquí en adelante, cada que vez que hablo de pecados sociales estoy hablando de ese tipo de pecados, en contra de otros seres humanos.
– Damasco/Siria cometió un horrible acto de brutalidad cuando invadió a Israel. Dice que “…trillaron a Galaad con trillos de hierro.” (v. 3b)
“Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar.” (2 Reyes 13:7)
– Gaza/Filistea invadió el reino de Judá, y llevó cautivo al pueblo. (2 Crónicas 21:16-17). Esto era una violación de la ley de Jehová que prohibía el secuestro de personas, ya sea para venderlos o no. (Éxodo 21:6) Pero el peor pecado de Filistea fue que vendieron a los cautivos de Judá a los hermanos de Judá, los edomitas.” [Los Edomitas son descendientes de Esau, hermano de Jacob]. En otros palabras, Filistea fue complice en la traición de Edom, hermano de Judá.
– Tiro/Fenicia entregó a Judá a Edom, dando a entender que ellos fueron quienes llevaron a cabo la venta a Edom de los que habían sido secuestrados por los Filisteos. Esto, una vez más, era una violación de Éxodo 21:6 que prohibía el secuestro y tráfico humano. Pero el peor pecado de Tiro fue su violación del pacto de hermanos que existía entre Tiro y el pueblo de Dios, desde los tiempos del rey David. (2 Samuel 5:11)
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque entregaron a todo un pueblo cautivo a Edom, y no se acordaron del pacto de hermanos.” (v. 9)
– Edom mostró gran odio hacia su hermano (Israel) y toda falta de afecto fraternal. Y ya vimos un ejemplo de este odio, en cómo compraron los cautivos judíos de los Filisteos de mano de los Fenicios.
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor.” (v. 11)
– Amón cometió actos brutales contra las mujeres de Israel.
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de los hijos de Amón, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque para ensanchar sus tierras abrieron a las mujeres de Galaad que estaban encintas.” (v. 13)
– Moab actuó violentamente y sin piedad contra el rey de Edom.
“…quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos.” (Amós 2:1b)
Como podéis ver, la causa del rugido de Jehová, era una causa seria—pecados sociales. Y si os dais cuenta, casi todos los pecados sociales que describe Amós en sus juicios contra las naciones vecinas a Israel, son pecados que se cometieron contra el pueblo de Dios, ya sea Israel o Judá. Dios le estaba diciendo a Israel, “si yo estoy indignado contra las naciones por sus pecados sociales contra vosotros, y las juzgaré, ¡cuánto más estoy indignado con vosotros por vuestros pecados sociales, vosotros que sois pueblo mío, y os juzgaré!” De esto hablaremos más el domingo que viene.
«Pecados sociales son pecados que son en contra de otros portadores de la imagen de Dios.»
Pero lo que quiero que consideréis en esta mañana es que el rugido de Jehová debería importarnos hoy. Si pecados sociales despertaron la indignación de Dios y acarrearon su juicio en el tiempo de Amós, ¿qué nos hace pensar que Dios no sigue pensando igual acerca de pecados sociales hoy?
Amigos, la historia está llena de ejemplos de pecados sociales de todo tipo. Los seres humanos desde la caída del hombre han cometido grandes atrocidades los unos contra los otros. No tienes que ser un experto en historia para saber esto. Pero tampoco tienes que mirar al pasado para ver ejemplos de pecados sociales. Solo tenemos que mirar a lo que está sucediendo en nuestro mundo hoy. ¡Niños y mujeres siendo vendidos como esclavos sexuales! ¡Bebés siendo matados en el vientre de sus madres, con el consentimiento de sus madres! ¡Actos terroristas de todo tipo! ¡Dios está indignado con todos estos actos y él los juzgará!
Pero no es necesario mirar a otros para ver ejemplos de pecados sociales hoy, solo tenemos que mirar a nuestros propios corazones.
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. (21) Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” (22) (Mateo 5:21-22)
Amigos, pecados sociales son pecados muy serios a los ojos de Dios que acarrean su juicio. ¿Cuál fue el primer pecado que Génesis nos narra después de la caída del hombre? Un fratricidio. ¿Cuáles son 6 de los 10 mandamientos? Mandamientos en relación a nuestro prójimo. ¿Cuáles son los pecados que aborrece Jehová en Proverbios 6? Principalmente pecados contra otros portadores de la imagen de Dios. Y pecar contra nuestro prójimo es pecar contra Dios, quien nos creó a su imagen y semejanza. Persistir en pecados sociales sin arrepentimiento es una demostración clarísima de que no conocemos a Dios y no amamos a Dios. ¡Jehová ruge contra la humanidad hoy, y la causa es seria!
«Persistir en pecados sociales sin arrepentimiento es una demostración clarísima de que no conocemos a Dios y no amamos a Dios.»
[¿Por qué debería importarnos el rugido de Jehová? 1. Porque su alcance es universal. 2. Porque su causa es seria.]
3. Porque su fin es aterrador.
El león no ruge por rugir. Su rugido es un aviso de algo. En el caso del rugido de Jehová, es un anuncio de un fin aterrador—Juicio y destrucción de parte de Dios. Considerad la descripción del juicio prometido de Jehová contra las naciones por sus pecados sociales.
“Prenderé fuego en la casa de Hazael, y consumirá los palacios de Ben-adad. (4) Y quebraré los cerrojos de Damasco, y destruiré a los moradores del valle de Avén, y los gobernadores de Bet-edén; y el pueblo de Siria será transportado a Kir, dice Jehová.” (5) (vv. 4-5)
“Prenderé fuego en el muro de Gaza, y consumirá sus palacios. (7) Y destruiré a los moradores de Asdod, y a los gobernadores de Ascalón; y volveré mi mano contra Ecrón, y el resto de los filisteos perecerá, ha dicho Jehová el Señor.” (8) (vv. 7-8)
“Prenderé fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios.” (v. 10)
“Prenderé fuego en Temán, y consumirá los palacios de Bosra.” (v. 12)
“Encenderé fuego en el muro de Rabá, y consumirá sus palacios con estruendo en el día de la batalla, con tempestad en día tempestuoso; (14) y su rey irá en cautiverio, él y todos sus príncipes, dice Jehová.” (15) (vv. 14-15)
“Prenderé fuego en Moab, y consumirá los palacios de Queriot; y morirá Moab con tumulto, con estrépito y sonido de trompeta. (2) Y quitaré el juez de en medio de él, y mataré con él a todos sus príncipes, dice Jehová.” (3) (Amós 2:2-3)
¿Cuál es el fin del rugido de Jehová? Destrucción total. Y la metáfora que describe esta destrucción en cada uno de los versículos que acabamos de leer es el fuego.
Amigo, tienes que saber que Jehová obró todo lo que prometió en contra de las naciones vecinas a Israel, y por eso ya no podemos identificar a estas naciones hoy, porque no existen. ¡Quedaron totalmente destruidas! Pero hay un fin peor que el que describe nuestro pasaje de hoy—el infierno.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” (Mateo 10:28)
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. (11) Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. (12) Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. (13) Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. (14) Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (15) (Apocalipsis 20:11-15)
¿Cuál es nuestra única esperanza de escapar las justas consecuencias del rugido de Jehová contra nosotros? Nuestra única esperanza es el glorioso evangelio de Cristo. El evangelio es una buena noticia porque como dice Romanos 1:18, “…la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” Nuestra única esperanza para escapar esa ira, es la obra de Cristo en nuestro lugar. Y su obra por nosotros nos solo nos libra de la condenación por nuestros pecados sociales, sino que nos transforma y conforma a la imagen de Cristo. ¿Y cómo es Cristo?
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; (21) el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; (22) quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; (23) quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (24) (1 Pedro 1:21-24)
Y esta transformación la hace Dios en nosotros a través del nuevo nacimiento. Cuando nacemos de nuevo, donde antes había odio, ahora hay amor. Donde antes había sed de venganza, ahora hay perdón y descanso en la justicia de Dios. Donde antes había envidia, ahora hay anhelo para ver a nuestro hermano/a en Cristo ser todo lo que Dios quiere que sea.
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. (9) Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. (10) En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; (11) gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; (12) compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. (13) Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. (14) Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. (15) Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. (16) No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. (17) Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. (18) No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (19) Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. (20) No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (21) (Romanos 12:9-21)
¿Por qué debería importarnos el rugido de Jehová? 1. Porque su alcance es universal. 2. Porque su causa es seria. 3. Porque su fin es aterrador.