Nuestro conocimiento del futuro afecta cómo vivimos el presente. Os doy un pequeño ejemplo que ilustra esta verdad. Si alguien te dijera que vas a experimentar 10 años de gran dolor y sufrimiento, donde perderás todos tus bienes, tu salud, y que todo te saldrá mal, sin duda, esa noticia haría que te sintieras destrozado por dentro y sin esperanza.
Pero ¿qué sucedería si esa misma persona te dijera, “sí, vas a sufrir mucho durante 10 años, de forma inimaginable, pero al final de esos 10 años, vas a experimentar prosperidad y salud como nunca antes, y vivirás en paz hasta los 110 años.”? ¿Cómo te sentirías entonces? Te sentirías mal, pero no de la misma manera. Tendrías esperanza. Y conforme pasaran los años, tu esperanza iría en aumento. En estos dos escenarios, el dolor y sufrimiento que experimentas es exactamente el mismo. Pero ¿cuál es la única diferencia que afecta el presente? Tu conocimiento acerca del futuro.
Amigos, esa es la esperanza que nos da la Biblia en relación al mal. Sí, la maldad es una realidad sería. Nosotros somos responsables por el mal. Dios tiene un propósito para el mal. Pero eso no es todo. Si eso fuera todo, no habría consuelo para nosotros. No, eso no es todo. Hay un futuro glorioso para nosotros que no incluye el mal. El futuro del mal es bueno para nosotros (en Cristo). Y Dios no solo ha planeado el futuro del mal, sino que ha asegurado el futuro del mal, y va a consumar su plan para el futuro del mal.
«Hay un futuro glorioso para nosotros que no incluye el mal. El futuro del mal es bueno para nosotros (en Cristo).»
El plan de Dios
Como dijo un autor que leí recientemente, “El hombre trata de explicar la maldad, pero el plan de Dios es acabar con la maldad.” Y sabemos, a la luz de lo que aprendimos en el último sermón, que el plan de Dios para acabar con la maldad es un plan bueno, centrado en Cristo, para su gloria y para nuestro máximo bien. El apóstol Juan lo explicó de esta manera:
“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” (1 Juan 3:8)
Sabemos que la primera instancia de maldad en el universo fue la de Satanás, y sabemos que Satanás es quien está liderando el sistema de este mundo que está en oposición a Dios. Pero Cristo vino “para deshacer las obras del diablo.” ¡Esas son muy buenas noticias!
Entonces, lo que quiero daros en esta mañana es conocimiento. Pero no cualquier conocimiento. Quiero daros conocimiento que afecta cómo vivimos nuestras vidas en el presente, hasta que Dios consuma su plan.
Este sermón te va a afectar de forma diferente, dependiendo de lo que crees acerca de Jesús. Si eres de Cristo, este sermón va a ser de consuelo para ti. Si no eres de Cristo, este sermón te dará malas noticias acerca de tu destino eterno. Pero las buenas noticias son, que hasta que Dios consuma su plan para el futuro del mal, todavía hay esperanza para ti. Tu destino eterno puede cambiar. Puedes llegar a estar del lado bueno de la historia. Entonces, sea cuál sea tu situación en esta mañana, este sermón es para ti.
Los elementos del plan
Muy bien, entonces, lo que quisiera hacer es comenzar contestando nuestra pregunta de hoy, y luego mostraros los elementos del plan de Dios que nos llevan a esa respuesta, y la pregunta es esta: ¿Cuál es el futuro del mal en el mundo? La respuesta es esta: Cuando Cristo vuelva, él acabará completamente con la maldad en el mundo.
Con eso en mente, vamos a ir por partes y descubrir cómo es que llegamos a esa conclusión bíblica.
1. El futuro del mal fue planeado.
Dios no es como nosotros. Dios no crea un plan para todas las cosas sobre la marcha. Él tiene un decreto eterno, y no hay indeterminación en Dios. No hay plan B, C, D, etc… para Dios. Entonces, si hablamos del futuro del mal, tenemos que hablar de un futuro planeado por Dios. Vemos la primera mención de este plan, justo después de la caída del hombre en Génesis 3:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” (Génesis 3:15)
Es importante observar que este versículo aparece en el contexto de la maldición de Dios sobre Satanás, por haber engañado a Eva, y la maldición sobre toda la creación, por consecuencia del pecado de Adán y Eva.
En este momento de la historia, todo parece estar yendo en contra del plan de Dios, y parece que Satanás está saliendo victorioso. Pero lo que Génesis 3:15 nos demuestra es que nada de lo que sucedió en Genesis 3, le pilló a Dios de sorpresa. Lo que Satanás pensó para mal, Dios había planeado para bien, para acabar con Satanás, y toda la maldad, a través del descendiente escogido de la mujer—Cristo.
A lo largo de la historia habría una gran lucha entre el pueblo de Dios (la simiente de la mujer), y el pueblo de Satanás (la simiente de Satanás), pero el descendiente (singular) de la mujer (Cristo), aplastaría la cabeza de Satanás, asegurando su derrota final, y la del pecado y la muerte. Y sabemos al leer la Biblia, que esa victoria se ganaría a través de la muerte y resurrección de Cristo.
La gracia dada antes
Pero aunque la promesa de victoria en Génesis 3:15 aparece después de la caída del hombre, la Biblia nos enseña que Dios ya tenía todo esto planeado desde antes de la fundación del mundo. ¿Dónde vemos esto?
“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, (8) quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, (9) pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio. (10) (2 Timoteo 1:8-10)
Ahora, ¿cómo podía la gracia de Dios ser nuestra en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos? Solo si aquello que haría que necesitáramos de la gracia de Dios—la Caída del hombre—ya entrara en el plan de Dios (Según su voluntad permisiva).
Pero fijaos qué más dice este pasaje, dice que cuando la gracia de Dios se manifestó por la aparición de Jesucristo nuestro Salvador, él quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.” ¿Qué vino por consecuencia del pecado? La muerte. ¿Qué quitó Cristo por medio de su obra? La muerte.
El cordero predestinado
Entonces, el futuro del mal, el cual es un final feliz para los que son de Cristo, ya estaba planeado por Dios antes de la fundación del mundo. Pero ese no es el único pasaje que nos habla de este plan eterno.
“sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, (18) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (19) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.” (20) (1 Pedro 1:18-20)
Al igual que la gracia de Dios en Cristo ya era nuestra, antes de los tiempos de los siglos, también la sangre de Cristo como nuestro cordero sustitutivo, ya estaba destinada antes de la fundación del mundo.
Ahora, saber que Dios tiene un plan para acabar con la maldad en el mundo, no quita la maldad que experimentamos en el presente, pero sí hace que la sobrellevemos con esperanza. Pero lo que tenemos que darnos cuenta, es que Dios no solo tiene un plan para el futuro del mal, él ha asegurado que ese plan se lleve a cabo, y por eso vino Cristo.
Entonces, el futuro del mal es que cuando Cristo vuelva, él acabará completamente con la maldad en el mundo, y ese futuro no solo fue planeado, sino que está asegurado.
«Saber que Dios tiene un plan para acabar con la maldad en el mundo, no quita la maldad que experimentamos en el presente, pero sí hace que la sobrellevemos con esperanza.»
2. El futuro del mal está asegurado.
Cristo vino para deshacer las obras del diablo, y esto incluye todos los efectos de las obras del diablo—el pecado y la muerte. Ahora, sabemos que el hombre es responsable por la maldad en el mundo, y que no podemos culpar a Satanás por el pecado de nuestros primeros padres, ni por nuestros pecados. Pero Satanás fue quien comenzó la rebelión en contra de Dios, y él es quien lidera el sistema del mundo, que está en rebeldía en contra de Dios.
• Victoria obtenida en la cruz
Sin embargo, Satanás es un enemigo derrotado. Sus días están contados, y todo esto porque Cristo le derrotó en la cruz y confirmó esa victoria en su resurrección y ascensión.
Y ese es un aspecto de la obra de Cristo que no enfatizamos lo suficiente, pero que la Biblia enseña claramente.
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.” (Juan 12:31)
Jesús dijo estas palabras cuando anunció su muerte. Cuando dice ‘ahora’ se refiere a su inminente muerte. Entonces, en su muerte Cristo echó fuera a Satanás. Le derrotó. Esto también lo vemos en Hebreos:
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, (14) y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (15) (Hebreos 2:14-15)
Entonces, aquí vemos que Cristo se encarnó, participó de carne y sangre, se humanó, para destruir por medio de la muerte al diablo. ¡Eso es increíble! Pero esto nos lleva a hacernos una pregunta importante, si Cristo derrotó a Satanás por medio de su muerte, ¿cómo lo hizo? Colosenses 2 nos da la clave.
Un enemigo desarmado
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, (13) anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, (14) y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (15) (Colosenses 2:13-15)
Cristo derrotó a Satanás en la cruz, despojando a Satanás de su arma principal en contra de nosotros—el hecho de que nosotros somos culpables ante Dios y merecemos el castigo de Dios. Ese es el significado del ‘acta de los decretos que nos era contraria’ que vemos en nuestro pasaje. El acta es el registro de todo lo que nosotros hemos hecho en desobediencia a la ley de Dios. Y esto lo usa Satanás contra nosotros, porque si nosotros somos culpables, entonces no hay esperanza de salvación para nosotros, y la muerte es inevitable. Y si eso es verdad, entonces la victoria es de Satanás.
Pero en su muerte, Cristo llevó sobre sí mismo el castigo que nosotros merecíamos por nuestro pecado, y satisfizo las justas demandas de la ley de Dios en nuestro lugar. De esa manera, le quitó a Satanás el poder de acusarnos y condenarnos. Le quitó el poder de la muerte.
Cristo derrotó a Satanás, y a todos los demonios, usando su plan en contra de él. Y al hacerlo, no solo le derrotó, sino que le exhibió públicamente como el enemigo derrotado que es.
«Cristo derrotó a Satanás, y a todos los demonios, usando su plan en contra de él. Y al hacerlo, no solo le derrotó, sino que le exhibió públicamente como el enemigo derrotado que es.»
• Victoria demostrada en la resurrección
Pero Cristo no solo murió, él también resucitó, y en su resurrección él demostró que su sacrificio en la cruz había sido realmente aceptado por el Padre, y que la muerte había sido realmente derrotada. Como declaró Pedro en su primer sermón, “al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.” (Hechos 2:24)
Y si nosotros estamos en Cristo, entonces la muerte no puede retenernos a nosotros tampoco. Así como Cristo resucitó, nosotros también resucitaremos, y viviremos eternamente con Dios. ¡Satanás ha sido derrotado! Cristo tiene en sus manos las llaves de la muerte y del Hades.
“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; (17) y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (18) (Apocalipsis 1:17-18)
¿Por qué persiste la maldad?
Pero si todo eso es verdad, ¿por qué persiste la maldad todavía? ¿Por qué Satanás sigue liderando el sistema del mundo en oposición a Dios? Pues la respuesta que nos da la Biblia es que todo esto también entra en el plan de Dios. ¿Pero por qué? Porque el plan de Dios no fue solo acabar con la maldad, sino de redimir a una multitud innumerable de toda tribu, lengua, y nación. El plan de Dios fue que Cristo llevase a muchos hijos a la gloria, y que luego acabase completamente con la maldad.
Piensa en eso por un momento. Si Cristo hubiese acabado con la maldad en su primera venida, todos los que han sido salvos por la gracia de Dios desde la venida de Cristo hasta ahora, nunca habrían nacido, y nunca habrían experimentado esa gracia. Y nunca tendrían la oportunidad de vivir eternamente con Dios. Y nunca cantarían la canción de los redimidos.
Pero en su plan para acabar con la maldad, entraba la misión de la iglesia de hacer discípulos a todos las naciones, y nosotros ahora mismo estamos involucrados en esa misión.
Entonces, estamos viviendo en el periodo entre la primera y segunda venida de Cristo. Su reino ha sido inaugurado, pero todavía no ha sido consumado. Satanás ha sido derrotado, y el poder del pecado y la muerte. Solo falta que esa victoria llegue a su culminación en la segunda venida de Cristo.
Mientras tanto, la maldad persiste, pero no sin propósito. La maldad persiste, pero no persistirá para siempre. Cuando Cristo vuelva, él acabará completamente con la maldad en el mundo. En otras palabras, cuando Cristo vuelva el futuro del mal será consumado.
3. El futuro del mal será consumado.
Un día ya no habrá más maldad en el mundo, y todo esto por causa de la victoria ya ganada por Cristo sobre el mal. ¿Pero cómo es que Dios va a acabar con la maldad? Pues primero, Dios va a acabar con la maldad moral, y luego va a acabar con la maldad natural. Ese es el orden.
• No habrá más maldad moral.
La maldad moral es la maldad que cometemos en contra de otros seres humanos creados a la imagen de Dios. Son los males que causamos nosotros directamente. ¿Te has dado cuenta que la mayoría de la maldad que vemos en el mundo es causada por nosotros o podría ser aliviada por nosotros? Pues Dios va a acabar con esa maldad primero. ¿Pero cómo?
– Dios va a eliminar la maldad de su pueblo.
Esa obra de Dios de eliminar la maldad moral, ya ha comenzado en nosotros los que somos de Cristo. Cuando nacemos de nuevo, Dios nos da un corazón nuevo, un corazón dispuesto para amar y obedecer a Dios. Ahora, eso no significa que dejamos de pecar, pero sí significa que a partir del nuevo nacimiento, morimos al poder dominante del pecado sobre nuestras vidas. A partir del nuevo nacimiento comenzamos un proceso de santificación, mediante el cual Dios, por su Espíritu, nos conforma a la imagen de Cristo.
Pero como creyentes, esperamos el día cuando seremos santificados por completo. ¡No queremos vivir más con la maldad en nosotros!
¡Miserable de mí!
Pablo expresó claramente y abiertamente lo que cada uno de nosotros sentimos sobre el mal en nosotros cuando dijo, “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24) Pues Pablo inmediatamente contesta su propia pregunta y exclama, “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro…” (Romanos 7:25a)
Nuestra esperanza es que un día seremos santificados completamente.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (23) Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. (24) (1 Tesalonicenses 5:23-24)
“estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 1:6)
Seremos transformados
Y esa santificación completa se llevará a cabo cuando Cristo vuelva y cada uno de nosotros recibamos nuestros cuerpos glorificados. Los que estemos vivos cuando Cristo vuelva seremos transformados, y los que estemos muertos cuando Cristo vuelva, seremos resucitados. Pero todos recibiremos cuerpos glorificados. Cuerpos sin la contaminación del pecado. Cuerpos semejantes al cuerpo resucitado de Cristo.
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, (51) en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”(52) (1 Corintios 15:51-52)
Dios podía haber acabado con todos nosotros por nuestra maldad, pero en su gracia decidió salvarnos y acabar con la maldad en nosotros.
Y esto nos recuerda que las buenas nuevas del evangelio no son solo que nuestros pecados son perdonados, y que somos declarados justos ante Dios por los méritos de Cristo, sino también que hemos sido redimidos de toda iniquidad, hemos sido purificados, y esto se verá completamente en nosotros cuando Cristo vuelva.
«Dios podía haber acabado con todos nosotros por nuestra maldad, pero en su gracia decidió salvarnos y acabar con la maldad en nosotros.»
El teólogo R.C. Sproul lo explica de esta manera: “Antes de la caída el hombre tenía la capacidad de pecar y la capacidad de no pecar. Después de la caída el hombre siguió teniendo la capacidad de pecar, pero perdió la capacidad de no pecar. Pero en el cielo, ya no tendremos más la capacidad de pecar. Solo tendremos la capacidad de no pecar.” ¡Y qué glorioso será ese día! ¡Y esto es solo por causa de Cristo, quien nos da la victoria!
Pero si Dios va a eliminar la maldad en nosotros los creyentes, ¿qué de la maldad de aquellos que no son de Cristo? La Biblia nos enseña que esa maldad será juzgada por Dios cuando Cristo vuelva.
– Dios va a juzgar la maldad de sus enemigos.
Dios no va a permitir que la maldad persista en el mundo. Cuando Cristo vuelva, él acabará completamente con la maldad en el mundo. ¿Y cómo lo hará? Él va a juzgar a todos los que han permanecido en su rebeldía en contra de Dios. Y el castigo será una eternidad en el infierno.
Amigos, el infierno es un lugar real. El infierno es un lugar de castigo eterno. Muchos se preguntan, “¿cómo puede un Dios bueno condenar a personas al infierno eterno?” Pues la respuesta es que la maldad es tan mala, y la santidad de Dios tan inmensa, que el infierno es el castigo apropiado para nuestro pecado. No sabemos todo lo que podríamos saber acerca del infierno, pero sabemos que es un lugar de tormento eterno, y sabemos que el juicio de Dios en el infierno será justo.
«La maldad es tan mala, y la santidad de Dios tan inmensa, que el infierno es el castigo apropiado para nuestro pecado.»
Pues al igual que habrá una resurrección para los justos, habrá una resurrección para los malvados. Y esa resurrección será primero para que los malvados puedan ser juzgados por Dios. No ignoremos esto. ¡Nadie irá al infierno sin merecerlo! Considerad este pasaje de Apocalipsis:
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. (11) Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. (12) Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.” (13) (Apocalipsis 20:11-13)
Solo dos maneras
Hay solo dos maneras en las que Dios puede juzgarte cuando mueras: o puede juzgarte según los méritos de Cristo o puede juzgarte según tus obras.
Si Dios te juzga según los méritos de Cristo, el veredicto será, “¡justificado!” ¿Por qué? Porque Cristo vivió una vida de perfecta obediencia, murió en nuestro lugar, y resucitó victorioso. Si hemos creído en Cristo, somos justificados ante Dios por los méritos de Cristo.
Pero si Dios te juzga según tus obras, el veredicto será, “¡condenado!” ¿Por qué? Porque nuestras obras no son buenas. Somos malos.
Hemos violado la ley de Dios. Y la condenación de Dios para todos los malvados, es el infierno. Entonces, la resurrección de los malvados será para juicio, pero también para condenación. Atended, por favor, a estas palabras en Apocalipsis 21.
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8)
Pero amigo, ese no tiene que ser tu fin en esta mañana. Cristo vivió, murió, y resucitó, para que no tuvieses que pasar la eternidad en el infierno. Hasta que Cristo vuelva, y mientras estés vivo, tienes la oportunidad de ser salvo. Tienes la oportunidad de mirar a Cristo en arrepentimiento y fe, y ser librado de la condenación del infierno. ¡Ven a Cristo hoy!
«Hay solo dos maneras en las que Dios puede juzgarte cuando mueras: o puede juzgarte según los méritos de Cristo o puede juzgarte según tus obras.»
Entonces, cuando Cristo vuelva, él acabará completamente con la maldad en el mundo. ¿Y cómo lo hará? Eliminando la maldad de su pueblo, y juzgando la maldad de sus enemigos. Pero ¿qué de la maldad natural? Pues la Biblia nos enseña que una vez que Dios acabe con la maldad moral del hombre, la maldad natural también se acabará.
• No habrá más maldad natural.1La maldad natural sería la maldad que nos sobreviene por vivir en este mundo caído, como las enfermedades, las tormentas, los tsunamis, etc…
Un teólogo lo explicó de esta manera, “La maldad moral causó la maldad natural. Cuando la maldad moral sea redimida completamente, también lo será la maldad natural.”
El pecado de nuestros primeros padres, causó la maldad natural que todos sufrimos. Pues lo inverso también será cierto. Una vez que nosotros seamos completamente redimidos, la creación también será redimida.
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. (19) Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; (20) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (21) (Romanos 8:19-21)
Hermanos, ¡mirad cómo será la consumación del eterno plan de Dios, que incluye su plan de acabar completamente con la maldad!
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. (1) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. (2) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. (3) Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (4) Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (5) (Apoc. 21:1-5)
Conclusión
Hay una canción en inglés que me encanta escuchar en el coche cuando estoy llevando a los niños al cole en la mañana. La canción va así,
“Estoy peleando una batalla, que ya has ganado.
No importa lo que venga a mi vida, soy vencedor.
No sé lo que estás haciendo (Dios),
Pero sé lo que ya has hecho.
Estoy luchando una batalla, que ya has ganado.”
“Sé como termina la historia
Viviremos contigo otra vez
Eres mi Salvador y mi defensa
No más temor en vida o muerte
Sé como termina la historia.”
Hermanos, sabemos cómo termina la historia. Eso no quita nuestro dolor en el presente, pero sí hace que lo sobrellevemos con esperanza. Y eso es exactamente lo que Pablo nos enseña, y quisiera terminar con estos versos:
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” (Romanos 8:18)
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (16) Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; (17) no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (18) (2 Corintios 4:16-18)
¿Y si Dios no existe? Pues no solo no tenemos esperanza para el futuro del mal, sino que tampoco tenemos esperanza para el futuro del bien.
Pero Dios sí existe, y la maldad tiene sus días contados. La seriedad, origen, propósito, y futuro del mal, a la luz de las Escrituras, lo comprueban y lo confirman. Qué el Señor os bendiga. Oremos.