El testimonio revelador

Amós 3:9-15

Hay un momento crucial en todos los juicios penales, y es el momento en el que se presentan testigos, tanto para la defensa como para la fiscalía. La razón que ese momento es tan importante es porque el testimonio de testigos es revelador. Antes de que los testigos dan su testimonio, tanto a favor o en contra del acusado, es la palabra del abogado de la acusación contra la palabra del acusado y su abogado. Pero una vez que dan su testimonio los testigos para ambos lados, se introduce una tercera voz. Y el testimonio de testigos, especialmente si son oculares, lleva mucho peso. Por eso algunos testigos son puestos bajo protección especial, porque sus testimonios son suficientes para condenar o exculpar al acusado. 

Pues en el capítulo tres de Amós, estamos en medio de un juicio. El acusador o demandante es Jehová, y el acusado o demandado es Israel. La acusación es que Israel ha violado el pacto que Jehová estableció con ellos en el monte Sinaí. El abogado de la acusación es el profeta Amós. La evidencia en contra de Israel es bastante abrumadora, pero Jehová hace algo en nuestro pasaje de hoy que sella la condenación de Israel: llama a testigos. Y estos testigos no son cualquier testigos. Son testigos extraños, en todos los sentidos de la palabra. (1. De una nación distinta. 2. Inesperados)

Primero se les llama para ser testigos de los delitos de Israel, y luego se les llama a testificar en contra de Israel por lo que han visto con sus propios ojos. Y este testimonio sella la condenación de Israel. Quiero que conozcáis a estos testigos extraños:

“Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio.” (v. 9)

“Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos.” (v. 13)

Los testigos que Amós llama por mandato de Jehová, son las naciones de Filistea y Egipto. Estos testigos son muy extraños. Primero, porque no pertenecen al pueblo de Dios. Segundo, porque son naciones que tienen un mal historial con Israel. Y finalmente, porque estas dos naciones son culpables también ante Dios. Como dije, son testigos extraños. 

Pero Jehová llama a estas naciones a ser testigos y testificar en contra de Israel, y al hacerlo revelan la verdadera identidad de Israel, y la dejan completamente sin excusa. Si las naciones gentiles, se escandalizan con los delitos de Israel, ¿cuánto más Jehová con quien Israel tiene una relación de pacto? ¿Si las naciones gentiles ni siquiera harían algunas de las cosas que hace Israel, qué nos dice eso de la verdadera identidad de Israel?

Pues muy bien, con la situación del testimonio de las naciones gentiles en contra de Israel en mente, quisiera que aprendiéramos en esta mañana una verdad muy importante como iglesia visible de Dios, y es esta: Lo que el mundo testifica de nosotros, revela lo que realmente somos.

1. ¿Qué testifica el mundo?

Ahora, cuando pregunto, ¿qué testifica el mundo acerca de nosotros?, no estoy preguntando qué piensa el mundo acerca de nosotros, o qué mentiras dice el mundo acerca de nosotros, sino ¿qué testifica el mundo acerca de nosotros en base a lo que el mundo ha visto de nosotros? En otras palabras, estoy hablando de testimonio verdadero. 

Es importante aclarar que el mundo siempre dirá mentiras acerca de nosotros. Es importante aclarar que el mundo se hará todo tipo de ideas erróneas acerca de nosotros. Pero si el mundo ve en nosotros pecados sociales y falsedades que violan la ley de Dios, eso debería preocuparnos hasta lo más profundo. Y eso es lo que estaba pasando en el tiempo de Amós con Israel.

“Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio. (9) No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y despojo en sus palacios.” (10) (vv. 9-10)

En estos versículos vemos ciertas contradicciones. Por ejemplo, los filisteos habían invadido Judá y habían llevado cautivo al pueblo y lo habían vendido a Edom (Amós 1:6). Egipto era la nación que había esclavizado a Israel durante 400 años (Amós 2:10; 3:1). Y es a estas dos naciones que Jehová llama por medio de Amós a ver “las muchas opresiones…y las violencias cometidas” en medio de Israel. Pero esa no es la única situación contradictoria. También vemos que Jehová en presencia de Filistea y Egipto le dice a Israel “…que no saben hacer lo recto.” (v. 10a). ¿Y quién era Israel? ¡La nación que había recibido la ley de Dios; la nación de profetas!

Pero no solo vemos contradicciones en estos versículos, sino también contrastes. A diferencia de Filistea y Egipto que habían oprimido a otras naciones o pueblos, Israel había oprimido a su propio pueblo. Había tratado a su propio pueblo como uno trataría a una nación enemiga. (“…ved las muchas opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio.” – v. 9b) 

Los ricos estaban oprimiendo a los pobres. La minoría en poder estaba llenándose de más y más riquezas a expensas de la mayoría que estaba en desventaja (“… atesorando rapiña y despojo en sus palacios.” – v. 10b). Y estas prácticas eran tan horribles que aun Filistea y Egipto, mirando todo esto, tenían que reconocer que Israel era realmente un pueblo malvado y merecedor del juicio de Dios.

Y ojo, la injusticia social que se veía en Israel era verdadera injusticia. Era injusticia que violaba la ley de Dios. Hay intentos hoy en día de crear clases oprimidas y clases opresoras que no lo son realmente. El estándar sobre si se está llevando a cabo injusticia social o no es el estándar de la ley de Dios, no las opiniones y las preferencias de los hombres. Pero Israel estaba violando la ley de Dios que les había sido revelada tan claramente. 

«El estándar sobre si se está llevando a cabo injusticia social o no es el estándar de la ley de Dios, no las opiniones y las preferencias de los hombres.»

Con la situación de Israel en mente, hermanos, ¿qué testifica el mundo acerca de nosotros? ¿Qué ve el mundo cuando nos ve a nosotros? Hay un documental que salió el viernes que relata una serie de abusos sexuales que se llevaron a cabo en algunas iglesias bautistas en los Estados Unidos. Lo más triste de este documental, no es que se hayan cometido este tipo de abusos. Eso es horrible, por supuesto, pero sabemos que en toda iglesia puede haber lobos vestidos de ovejas. 

Lo más triste es que en estas iglesias cuando se reveló que estos abusos se habían llevado a cabo, no se contactaron a las autoridades civiles para que se hiciera una investigación, sino que se trató de esconder lo sucedido, y en algunos casos el abusador simplemente fue transferido de un lugar a otro. Muchos de estos abusadores eran pastores y líderes en las iglesias. La iglesia, en lugar de ser un refugio para estas víctimas, se convirtió en un calvario para ellas, donde se creía y protegía más al abusador que a la víctima. 

Hermanos, ¿nos damos cuenta el daño que estos abusos hacen al testimonio de la Iglesia y al avance del reino? Alguien quizá podría decir, “¡pero abusos así se llevan a cabo en todas las instituciones humanas y en todos los ámbitos!” Sí, pero una cosa es que los que no profesan a Cristo hagan estas cosas; es otra cosa completamente que los que profesan a Cristo las lleven a cabo. Cuando eso sucede hay tremendas contradicciones y contrastes.

Como por ejemplo, ¿cómo es posible que donde predicamos en contra de la revolución sexual, haya abusos sexuales en medio de nosotros? ¿Cómo es posible que donde nos gloriamos en tener la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios morando en nosotros, vivamos vidas tan incongruentes con la Palabra y el Espíritu?

Y lo peor son los contrastes. En estos casos de abusos, no solo se ve la incongruencia entre lo que profesamos y lo que hacemos, sino que se ve un contraste. En el documental que vimos, las víctimas no encontraron ayuda dentro de la iglesia, sino fuera de la iglesia. ¡Eso debería avergonzarnos!

¿Qué ve el mundo acerca de nosotros en nuestros lugares de trabajo? Si estamos en una posición de autoridad, somos justos en nuestro trato con los que están debajo de nosotros? ¿Participamos en engaños, estafas, y abusos laborales? ¿Hay alguna diferencia entre cómo llevamos a cabo nuestros negocios y cómo los lleva a cabo el mundo? Si somos empleados y no jefes, ¿somos honestos en cómo hacemos nuestro trabajo? ¿Robamos horas de trabajo? ¿Tratamos a nuestros compañeros con respeto y dignidad, o hacemos cualquier cosa para salir adelante sin importar a quién dañamos en el proceso? 

¿Sabes cómo puedes saber si tienes un buen testimonio en tu lugar de trabajo? Trata de invitar a tus compañeros de trabajo o a tu jefe o a tus empleados a un culto de la iglesia. Trata de compartirles el evangelio. ¿Cómo responden cuando haces eso? ¿Podrías hacerlo?

Hermanos, ¿cómo nos ven nuestros vecinos incrédulos? ¿Qué escuchan a través de nuestras paredes? ¿Escuchan el ruido de familias que se aman y disfrutan pasando tiempo juntas o escuchan violencia, gritos y confusión? ¿Qué comunicamos a través de nuestras redes sociales? ¿Odio y burla hacia los que piensan diferente que nosotros o compasión y paciencia, hablando la verdad en amor?

Os hago todas estas preguntas hermanos, no para angustiaros en esta mañana, pero sí para que examinemos nuestras vidas y consideremos qué testimonio estamos dando al mundo. ¿Qué testifica el mundo acerca de nosotros? [1. ¿Qué testifica el mundo?]

2. ¿Qué revela de nosotros? (Lo que somos)

Lo que hace un testimonio ocular en un juicio es revelar la verdad del acusado. Es igual con el testimonio del mundo acerca de nosotros. El testimonio del mundo revela nuestra verdadera identidad, lo que realmente somos. Y solo hay dos opciones, o somos falsos o somos genuinos. 

Somos falsos. 

Es claro que el testimonio de los testigos en contra de Israel reveló la verdadera identidad de Israel. Israel no conocía a Dios. Israel no solo era igual que las naciones paganas, sino que en muchos casos era peor. Y el juicio de Dios sería acorde con lo que Israel era. 

Israel había oprimido y despojado a su propio pueblo; Jehová despojaría a Israel—en particular a los abusadores—y usaría a una nación de afuera como su instrumento de juicio. (Asiria)

“Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados. (11) Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho. (12) Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: (13) Que el día que castigue las rebeliones de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a tierra. (14) Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová.” (15) (vv. 11-15)

Jehová no solo acabaría con la opulencia de los abusadores, sino también expondría y destrozaría la adoración falsa de Israel. Y la adoración era falsa porque aunque pensaban que rendían culto a Jehová, no era así. No adoraban en el lugar correcto, ni de la forma correcta, ni con el corazón correcto.

Hermanos, lo que el mundo testifica de nosotros, revela lo que realmente somos. Y uno de los testimonios que el mundo puede dar acerca de nosotros es que somos falsos. Pero no pensemos que podemos mantener la farsa. La verdad saldrá a la luz. Él Señor hará justicia. Si somos falsos, el Señor nos juzgará, y nos juzgará igual que aquellos que no profesan a Cristo, porque no somos realmente suyos. El testimonio del mundo revela esa verdad. 

«Si somos falsos, el Señor nos juzgará, y nos juzgará igual que aquellos que no profesan a Cristo, porque no somos realmente suyos.»

Si estás aquí en esta mañana y estás viviendo un cristianismo falso. En otras palabras, hay una incongruencia tremenda entre la fe que profesas y la forma en la que vives—especialmente en cómo tratas a otras personas creadas a la imagen de Dios—debes saber que no podrás escapar el juicio de Dios, y tu adoración falsa será expuesta. Lo que debes hacer es arrepentirte.

Quizá estás aquí o viendo este sermón por internet y no eres creyente, y te escandalizan las injusticias que se llevan a cabo en iglesias que profesan conocer a Dios. Quizá fuiste una víctima de abuso en la iglesia o sufriste abusos de manos de creyentes profesantes. Quizá ese abuso es lo que atribuyes a tu incredulidad hoy. Si esa es tu situación al escuchar mi voz en esta mañana, necesitas saber que Dios está indignado con tus abusadores y los juzgará. Lo que ellos hicieron contra ti en secreto, el Señor proclamará en voz alta en el día del juicio, y no tendrán donde esconderse, porque su condenación será real y eterna.   

Te imploro que no rechaces a Dios por los abusos de los falsos creyentes. Halla consuelo en el Dios que defiende la causa de los débiles y oprimidos, pero también reconoce que a pesar del horrible abuso que sufriste, tú también eres culpable ante Dios. No eres culpable por tu abuso, pero eres culpable de haber quebrantado la ley de Dios, como todos los seres humanos. Necesitas su perdón y él te la ofrece hoy por medio de Cristo. ¡Corre a Cristo hoy para justicia y perdón! Amigo, entiende que al igual que hay cristianismo falso, también hay cristianismo genuino, y de eso quisiera hablar a continuación. 

Lo que el mundo testifica de nosotros, revela lo que realmente somos, y uno de los testimonios que el mundo puede dar acerca de nosotros es que somos falsos. Pero hay otro testimonio que puede dar acerca de nosotros, y debería dar acerca de nosotros, y es que somos genuinos. 

Somos genuinos. 

Está claro que el mundo no nos va a amar. Está claro que el mundo dirá todo tipo de mentiras acerca de nosotros. Pero también es claro en las Escrituras que podemos vivir de tal manera que el mundo reconoce que hay algo diferente en nosotros. Algo genuino y bueno, que redunda para la gloria de Dios. 

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. (14) Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. (15) Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (16) (Mateo 5:14-16)

“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, (11) manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.” (12) (1 Pedro 2:11-12)

Yo estoy convencido que todos queremos ser genuinos, y queremos que sea evidente al mundo que lo somos. Queremos que nos odien y persigan por nuestra fidelidad a la Palabra de Dios, y no por nuestra violación de la ley de Dios, en especial en relación a nuestro prójimo.

“Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.” (1 Pedro 3:17)

¿Pero cuál es la solución? ¿Cómo podemos no encontrarnos en la misma situación de Israel en esta mañana?

Para contestar a esa pregunta, primero necesitamos entender lo que nos distingue como iglesia en el Nuevo Pacto, de Israel en el Antiguo Pacto. Jehová podía decir de Israel, “no saben hacer lo recto” porque aunque tenían la ley de Dios y tenían los profetas, no conocían realmente a Dios, y esto se evidenciaba principalmente en cómo trataban a su prójimo. Pero esto no puede decirse de la comunidad del Nuevo Pacto—la iglesia. ¿Por qué? Porque la iglesia está compuesta por miembros regenerados (Nacidos de nuevo). Todos los que han sido regenerados por el Espíritu Santo, conocen a Dios. Y no solo saben hacer lo recto, sino que quieren hacer lo recto. Esta es la promesa del nuevo pacto, inaugurada por Cristo en su muerte.

“Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” (Jeremías 31:34)

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. (26) Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (27) (Ezequiel 36:26-27)

Pero aunque la comunidad del nuevo pacto, la iglesia, está compuesta por miembros regenerados, eso no siempre se refleja visiblemente en cada iglesia local. Por eso es tan importante el proceso de membresía. En el proceso de membresía hacemos todo lo posible para asegurarnos que aquellos que quieren hacerse miembros realmente conocen el evangelio y han nacido de nuevo por la gracia de Dios. 

Es verdad que a veces un falso creyente puede pasar por ese filtro inicial y engañarnos a todos, pero por eso está el proceso de la disciplina eclesiástica. Todo esto existe para proteger el testimonio de la iglesia y hacer que la iglesia realmente refleje la gloria de Dios al mundo. 

Si de verdad hemos nacido de nuevo tenemos el deseo obedecer a Dios, y tenemos el poder para hacerlo, pero debemos recordar que aun así vamos a fallar en determinados momentos de nuestras vidas. No siempre vamos a glorificar a Dios como deberíamos. No siempre vamos a ser un buen testimonio a nuestros vecinos, compañeros de trabajo, y familiares inconversos. 

Pero cuando eso sucede lo que debemos recordar es que lo que el mundo testifica de nosotros, revela lo que realmente somos, pero no determina lo que somos. Lo que determina lo que somos es la gracia de Dios; la obra sobrenatural de Dios en nuestras vidas. Lo que determina lo que somos es la obra de Cristo (su vida, muerte, y resurrección) aplicada a nosotros por fe cuando creemos el evangelio. El mal testimonio que hayamos sido no tiene por qué definir nuestras vidas. Nuestra identidad principal es que somos hijos de Dios, y cada día más Dios está conformándonos en la práctica a lo que ya somos en Cristo. Así que, cuando fallemos, descansemos en esa verdad. 

«Lo que determina lo que somos es la gracia de Dios.»

Hermanos, lo que el mundo testifica de nosotros, revela lo que realmente somos.

Israel tenía que haber testificado a las naciones de la grandeza de Dios por medio de su conducta, pero en lugar de ello las naciones testificaron en contra de Israel por su gran injusticia. Solo el evangelio puede revertir esa situación. Somos llamados por el evangelio a ser testigos al mundo por medio de nuestras palabras y nuestra conducta. Tenemos el poder para ser testigos. Si el mundo está testificando en contra de nosotros es porque algo está profundamente mal en nosotros. El evangelio y sus frutos está ausente de nosotros. Él evangelio crea una comunidad diferente. Como ha escrito el pastor Mark Dever, “la iglesia es el evangelio hecho visible.” 

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.” (1 Pedro 2:9)

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